Hombres de Negro

Opino que cualquier relato sobre ufología nunca está completo sin los inefables Hombres de Negro. ¿Quiénes son?

Mi caso no es una excepción, aunque temo desilusionarlos, ya que mi experiencia al respecto, ha sido más bien cómica que aterradora.

Todo comenzó allá por 1985, cuando Palomo Blanco (nick radial) nos comunicó, a Octavio, a mi y a los demás del grupo, muy asustado, que había sido visitado en su casa por dos extranjeros que le habían pedido que no hablara más sobre Friendship.

En esos momentos, nosotros, es decir todo el grupo de personas que nos comunicábamos con Friendship a través de la radio, andábamos de ufólogo en ufólogo, buscando a alguien que nos aclarara que era esto.

Alguien más, cuya identidad en estos momentos no recuerdo, acompañó a Palomo Blanco a una de estas citas con los extranjeros de negro. Ambos volvieron muy asustados por supuestas amenazas que habían recibido.

Yo no los conocí y jamás me preocuparon.

En los años siguientes, mientras vivía en Santiago, recibí muchas llamadas telefónicas amenazantes, aunque la mayoría sé que provenían de locos y otras especies similares que abundan bastante en este medio. ¿Hombres de Negro? No sé....Tal vez alguno.

Una vez dos autos me encerraron en el camino a Melipilla, pero yo soy tan pajarón que casi no me doy cuenta. No lo relacioné con Friendship ni con las llamadas, y además cuando me bajé, ellos se fueron.

Poco antes de venirnos al norte, con mi mujer, tuvimos una curiosa experiencia.

Como ustedes saben nosotros vivíamos en el campo, donde, como les contaba, todos los días recibíamos amenazas, las que nunca llegaron a nada, por lo que finalmente terminamos ignorándolas.

Yo muchas veces llegaba de Santiago tarde en la noche, y de repente comencé a notar que a mi llegada, siempre había un automóvil, con gente adentro, estacionado frente a la entrada de nuestra casa. Lo atribuí a parejas de enamorados que aprovechaban la soledad de esos caminos rurales y no le di mayor importancia.

Sin embargo, parece que lo que ellos querían era asustarnos y como nosotros no lo notábamos, una noche, muy tarde, decidieron entrar.

El problema fue que estos señores de negro parece que eran algo novatos en su profesión, e ignoraban el hecho de que nosotros criábamos perros Doberman y pretendieron cruzar a través del canil.

Como a las tres y media de la madrugada sentimos una bulla de perros, pero no nos levantamos a ver.

A la mañana siguiente, encontramos en el patio y en lugares aledaños a la cerca trozos de ropa desgarrada. Había una manga negra, varios trozos de pantalón, e incluso pedazos de ropa interior masculina (no muy blanca).

¿Serían ellos? No sé.

Posteriormente todo estuvo tranquilo hasta el año 2000, cuando ya vivíamos en el norte y apareció el primer programa que Televisión Nacional de Chile realizó con respecto a la isla Friendship.

Aquí ocurrió algo de lo más insólito.

Un pariente mío, que alguna vez tuvo que ver con la Marina de Chile, y que hacía mucho tiempo que no veía, se dedicó insistentemente a llamar a los canales de televisión para reclamar por la exhibición del programa, pero poco caso le hicieron.

Luego su esposa me comunicó telefónicamente que debido a que yo había enlodado el apellido de mi padre, al contar estas cosas públicamente, ellos no me hablarían más, hasta que me retractara. ¡Ustedes comprenderán como eso me quitó el sueño por semanas!

Comprendo que exista alguien a quien no le guste lo que yo digo, e incluso que diga que estoy mintiendo, pero de ahí a intentar por todos los medios de que la gente no me escuche, por lo menos lo encuentro raro o desproporcionado.

Poco tiempo después recibí en mi casa una llamada, de unas personas de Santiago, que me ofrecían un negocio.

Yo necesitaba trabajo, y este me venía como anillo al dedo. Consistía, según me explicaron telefónicamente, en que yo debería abrir un poder comprador de oro metálico para ellos, en mi zona, la de que por sí es aurífera.

Era como demasiado bueno, ya que las comisiones eran excelentes. Para comenzar se necesitaba un cierto capital, el que ellos ofrecieron prestarme. ¡Qué más podía pedir!

Yo exigí que formalizáramos el trato ante un notario de la ciudad y que el capital de inicio se depositara en mi cuenta corriente.

Ellos aceptaron lo del notario, pero con respecto al dinero me dijeron que me lo darían en efectivo el mismo día que firmáramos la transacción.

Finalmente llegó el día indicado y ellos me llamaron para avisarme que habían llegado desde Santiago y que me esperaban en el Hotel X, que era donde se hospedaban.

Les contesté que partía inmediatamente desde mi casa hacia la ciudad a encontrarme con ellos.

Dijeron que antes querían hablar algo conmigo: habían visto un programa de televisión donde yo aparecía hablando sobre una supuesta isla Friendship.

No me extrañó, ya que en esos momentos mucha gente me paraba en la calle por la misma razón, así es que lo tomé a la broma.

Pero no era broma, me dijeron que esa podía ser una mala publicidad para la firma (¿qué firma?), así es que me pedían que me desistiera de lo que había dicho, para lo cual ellos me conectarían con otro canal de televisión, donde yo diría que todo había sido una burla. Una vez acordado esto último, firmaríamos el acuerdo y yo recibiría el dinero.

Me indignó tanto el intento de presionarme, que les sugerí un lugar oscuro y posterior para guardarse su negocio.

Pocos instantes después volvió a sonar el teléfono, ahora era mi pariente que me llamaba indignado (a pesar de que había jurado no hablarme más) diciendo que yo no podía hacerles tamaño desaire a gente tan importante. Le pregunté quienes eran. Evadió la respuesta y cortó la comunicación.

La ciudad a la que me refiero, no es tan grande y está cerca de mi pueblo, por lo que terminé conociendo al administrador de la Hostería X.

Por él me enteré más tarde, que se trataba de dos hombres que viajaban en una camioneta verde, pero que no eran altos ni rubios, y que después de la llamada telefónica, se habían marchado apurados hacia el norte. Habían pagado la cuenta con billetes nuevos.

Efectivamente vestían ropas oscuras, pero más parecían araucanos que alienígenas.

Saco todo esto a colación pues ahora ellos, u otros, han vuelto a la carga después de que se publicara la Decimoctava Parte en este site.

Llamadas amenazadoras que descargan la batería de mi teléfono celular, extraños vehículos que a veces me siguen y virus informáticos en mi computador.

Si, muchos virus que hasta ahora no han conseguido nada, fuera de obligarme a aprender más sobre informática, que es algo que harta falta me hacía.

Nunca han logrado entrar, y si algún día lo logran no me preocupa, pues el archivo lo tengo en la mente y no en el disco duro

Declaro públicamente que no les temo, sino que más bien me dan risa, aunque no deja de intrigarme su identidad y sus propósitos.

Sé positivamente que a la Organización Friendship no le va ni le viene lo que yo pueda escribir.

¿Entonces quién?

Y algo peor: ¿Por qué?

Sanaciones

Sé, a través de los E-mail que he ido recibiendo, cuán importante es para la mayorías de la gente el hecho de abordar este tema. Ahora me doy cuenta que lo debería de haber hecho antes, para no alentar falsas esperanzas en muchas personas enfermas y en sus familiares.

Lo que escribo, no debe tomarse como una docta cátedra, sino como una serie de datos concatenados, que me han permitido a mí, llegar a ciertas conclusiones.

Algunas provienen de 3 años de conversaciones radiales con miembros de la Congregación Friendship, otras son mis propios recuerdos concientes y finalmente de esta serie de flash back, que cada vez experimento con mayor frecuencia y claridad.

No soy un contactado que viene a decirles a Uds. como vivir, o como salvar a la humanidad. Tampoco vendo pasajes para una huída en masa hacia un mundo mejor.

Tal vez ya es demasiado tarde.

Jamás se me ha ocurrido que Uds. sean débiles mentales, como para tener que repetirles constantemente palabras como amor o paz para que sigan leyendo.

Para actuar sobre la humanidad, primero hay que corregir al individuo, estas son las enseñanzas de Friendship.

Me consta que los tratamientos realizados en la isla son “milagrosos” para nuestros standards, pero no se trata de que un rayo divino lo azote a uno y lo deje 0 Km.

Yo, tuve cáncer en estado avanzado en ambos pulmones y ahora estoy sano, pero mi capacidad respiratoria, quedó bastante disminuida.

El caso de mi esposa es más decidor, lo que ella tuvo fue el reventón de un aneurisma sifón en el cerebro, lo que le provocó una cuadraplejia. Ahora está normal (aunque a veces, cuando veo las cosas que compra, me asalta una duda). Sin embargo, perdió el olfato y parte de la memoria inmediata.

Ambos estamos vivos, respiramos, gozamos el uno con el otro y sabemos que estamos viviendo de prestado. Agradecemos profundamente que nos hallan juntado, y las secuelas que nos quedaron las tomamos con humor.

A mi mujer se le olvidan las cosas, pero sé que le gustan ciertos chistes.

No son más de 6, y yo llevo 10 años contándoselos. Los mismos.

La pobre me encuentra “tan divertido”......

Parece que en un comienzo tuvieron problemas para curarme, según lo he sabido posteriormente.

Para hacerlo se necesita la plena cooperación y entrega del paciente, lo que conmigo, dada mi antigua manera de pensar, no se conseguía. Lo que estaba ocurriendo no era “normal” y menos aun lógico, por lo tanto yo no lo creía.

Tuvieron que convencerme.

Hace no mucho recordé una conversación con Rafael al respecto:

Puede que tu no encuentres lógico que se pueda curar 
un cáncer avanzado, pero ¿quién eres tu? , ¿eres médico acaso? 
Ni siquiera sabes que es el cáncer y como se origina, y ya  dentro de tu arrogancia niegas la posibilidad de una curación 
- Es que yo sé que......
¿Qué sabes tu?, lo que has leído o te han dicho. Seguramente 
estarías feliz si te operáramos
- Es lo que normalmente se hace.
Cala una sandía y sácale un trozo. Después tápala. Al cabo 
de 5 días, ¿Ha seguido el mismo procedimiento de envejecimiento 
que las demás sandias? 
- ¿Entonces, qué van a hacer?
Todo a su tiempo. Primero tienes que enterarte y convencerte 
de qué es el cáncer; visualizar tu caso. Entonces podremos proceder. 
No sacamos nada con extirpar el mal y no la causa.
- ¿Y cuál es la causa?
- Tu 
- ¿Cómo yo?
El cáncer es de origen psicológico y tu lo gatillas cuando, 
debido a tu modo de vida, generas las causas.
- ¿Cuáles son esas causas?
Ira, envidia, desconsuelo, pérdida de algo vital, rencor, 
deseos de venganza, etc. Todo esto baja tus defensas celulares 
– por decirlo de alguna manera – y permite que algo tan intimo 
como tu código de reproducción celular, falle. Es decir, allí 
permites que las substancias que Uds. llaman
“cancerígenas” actúen.
- ¿Y cuál es la cura?
Generar en ti el proceso inverso. Ese es uno de los
principios básicos de la naturaleza. Si sacas tierra del suelo, 
haces un hoyo; si vuelves la tierra al hoyo, lo tapas. 
¿No se te había ocurrido?
- O sea que mi cura va a ser psicológica – dije entusiasmado. 
No, tu ya te causaste daño físico, y profundo. 
Espiritualmente podemos conseguir que las causas que causaron tu
mal desaparezcan, lo que te protege de una recaída. Este tratamiento
generalmente basta cuando el cáncer está comenzando, pero no es 
ese tu caso.
- ¿Y? – pregunté asustado.
Tendremos que intervenirte, pero no te preocupes, no somos como
tus médicos, que abren a la gente como reses en el matadero. 
- ¿Cuál es el secreto entonces?
Este es el secreto  – dijo Rafael sonriendo, al mismo
tiempo que me enseñaba una botella, que había sacado del anaquel que 
estaba sobre su cabeza y detrás del escritorio.
Se trataba de un liquido cristalino seroso, contenido en una botella
de vidrio de unos 500cc. No se le veía nada especial.
Esto es una combinación de dos fluidos, uno orgánico y el otro 
inorgánico. Lo que nos costó fue homogenizarlos. El orgánico, entre
otras cosas, contiene ciertos virus mutantes que tienen la 
particularidad de ser absorbidos vorazmente por los tejidos 
cancerosos, en proporción de 96 a 4 con respecto a las células sanas. 
El inorgánico, parecido a la silicona que ustedes usan, es inocuo, 
pero tiene especiales cualidades magnéticas.
 Hasta aquí vamos bien – pensaba yo.
Después, te inyectaremos este liquido, lo más cerca de los
 tumores que podamos.
- ¿¡¡Cómo!!? – pregunté.
Con un instrumento
- ¿Puedo verlo?
No, eso solo te indispondría más aun en contra del tratamiento. 
¡Por qué no eres igual que tus amigos de Santiago, y te figuras que
 lo hacemos con el pensamiento! – dijo Rafael riendo.
- Bien, trataré de imaginármelo así – dije no muy convencido.
Luego interviene una máquina, que a mediante dos electrodos, 
hacen pasar a través de tu cuerpo una corriente magnética que enfría 
al liquido, el que en esa forma llega casi al cero absoluto. 
Al ocurrir esto, las células cancerosas se destruyen por 
congelamiento y cristalización, no así las sanas. Los desechos 
son eliminados a través de tus glóbulos blancos, los que 
posteriormente nos encargaremos de fortalecer.

¡Ese era el tratamiento! No recuerdo haberlo recibido, pero parece que funcionó, ¡Estoy vivo!

Estoy vivo física y espiritualmente, ya que allí también parece que comencé a comprender.

No todo es materia.

Hay dos formas de enfrentar la vida:

Una es creer que nada es un milagro y la otra es creer que todo es un milagro.

Me adhiero a la segunda.

Oratorio

Bueno ya sabía, o por lo menos creía que sabía, lo que me iban a hacer, y tal vez eso algo me tranquilizó.

Pero “una cosa es morire y otra cosa es parlare di morire” como una vez dijo el general Galtieri, cuando no le iba muy bien en su pelea contra los británicos.

Cuando llegó el momento parece que se me anduvieron doblando las piernas.

Algo intenté decir en la Sexta Parte, donde interviene alguien a quien jamás olvidaré.

No es mucho lo que tengo en la memoria, pero lo poco que recuerdo de los momentos previos a la “intervención”, son prácticamente los únicos instantes desagradables de toda mi relación con Friendship. Tenía miedo.

No sé exactamente a que le temía, pero era una mezcla de dolor físico, impotencia, y pánico por lo desconocido que venía. Por eso la mediación de Marilyn fue providencial.

Me preguntó si quería rezar y se ofreció para acompañarme.

¿Rezar yo? Me acordé de los terremotos, tan comunes en mi país. En esos momentos todo el mundo reza: ¡Misericordia Señor!, ¡Alabado seas!, ¡Calma señor tu ira!.

El movimiento telúrico va cesando, las oraciones se van acallando.

De repente viene una replica.

¡Calma Señor tu ira!, ¡Perdona nuestros pecados!

Una semana después la tierra está quieta y ya nadie reza.

Comprendí con vergüenza que eso es lo que yo iba a hacer, que al fin y al cabo es lo mismo que hacen la mayoría de los cristianos en estos últimos días.

Me cubrieron con una manta y me subieron a una silla de ruedas. Marilyn empujó la silla por los pasillos hasta un ascensor. Noté que subíamos, luego se detuvo y salimos de él.

También estábamos en un pasillo, pero ahora se notaba que aquí toda la decoración era más fina. El piso estaba alfombrado y las guarniciones ya no eran de aluminio sino que doradas. El silencio era absoluto y no se veía a nadie más.

A medida que íbamos avanzando por los pasillos la iluminación se iba haciendo más tenue y luego, aunque bajísimo, comenzó a escucharse una música o mejor dicho un murmullo, tipo “coro de ángeles”.

Nos detuvimos al final de un pasadizo, frente a dos impresionantes puertas de madera.

Nunca había visto una arquitectura similar. Las puertas eran inmensas y sobrepasaban por mucho en altura, al pasillo donde se encontraban.

En ese lugar, la edificación subterránea terminaba en una oscura chimenea vertical, cuya boca era imposible de determinar. Solo las dos puertas seguían hacia arriba por ese socavón interminable, perdiéndose en la oscuridad.

¡Era impresionante!

Marilyn golpeó tres veces y una de las puertas se abrió con una facilidad increíble para su tamaño.

Entramos, y la puerta se cerró tras nosotros.

Dentro, el espectáculo era fantástico.

Oscuridad total. Al fondo y lejano, un blanco rayo de luz bajaba vertical, para estrellarse contra un altar rectangular también blanco y que dada la oscuridad reinante, no se le veía base y parecía flotar en el aire.

El espectáculo era fascinante, ya que la luz al proyectarse contra la superficie del altar, se descomponía en todos los colores del arco iris.

Eso era todo, aunque ahora se escuchaba mejor el zumbido del “coro de ángeles” y también se notaba tenuemente el olor del perfume que había olido en el Mytilus II.

Era imposible distinguir si había alguien más, aunque me sentía acompañado. Tampoco se podía sospechar el tamaño de la habitación. Todo era paz.

Comencé a pensar ¿qué estará haciendo Dios en estos momentos?, ¿Me estará mirando?

Sentí deseos de hincarme y me bajé de la silla. El suelo, se notaba mullido y alfombrado y allí permanecí por más de diez minutos.

Repasé toda mi vida. ¡Qué pequeñez comparada con todo esto!

¿Y si me moría?

No muchos se darían cuenta, y el mundo no experimentaría una gran perdida, sin embargo yo llegaría a conocer ESO.

Eso que yo, y creo que muchos más, siempre hemos deseado conocer:

¿Qué hay al otro lado?

Por lo menos tenía la certeza de que había algo, y por lo que estaba sintiendo, ese algo no podía ser peor que lo que había sido mi vida hasta entonces.

Total ¿Qué perdía?

Entendí que Dios me había respondido.

Me había calmado, y pedí a Marilyn que volviéramos. A medida que a regresábamos pensé en ella.

¿Cómo en tan corto tiempo, podía alguien haber adquirido toda esa calma y esa sapiencia? Seguramente yo tenía el doble de su edad, sin embargo me estaba dando lecciones de cómo pasar por esta vida.

Estábamos en 1990, yo la había conocido alrededor de 1985 en circunstancias muy diferentes, tal como lo relato en Sexta Parte.

En 1998, tuve que viajar a una ciudad grande del norte de Chile. Cuando intentaba registrarme en el counter del hotel, vi que desde el ascensor salía un alegre grupo de mujeres riendo y chacoteando. Casi todas llevaban carpetas en las manos. Creí conocer a una de ellas, pero mientras daba mis datos al encargado, se me escabulló subiendo a un taxi, que las esperaba en las puertas del hotel.

Alcancé a intercambiar una mirada con ella, que en ese momento me rehuyó.

Mientras veía como se alejaba el taxi, pregunté al encargado quienes eran.

Me explicaron que se trataba de un Congreso de Enfermeras que se realizaba en el hotel, y que continuaba al día siguiente.

En la mañana bajé a tomar desayuno y en eso estaba cuando alguien tapó mis ojos por detrás. Inmediatamente sentí esa extraña sensación de paz, confianza y tranquilidad de la que ya poco me acordaba. ¡Friendship!

Cuando le tomé las manos, ella las apartó y se sentó a mi lado. ¡Era Marilyn!.

No mucho alcanzamos a conversar, ya que dentro de poco ella actuaría como panelista del Congreso, pero alcancé a saber que su nombre ahora es Marly y tiene un apellido francés. Sigue viviendo en la isla, donde trabaja como enfermera. Habla varios idiomas y se la ve absolutamente segura de si misma.

Su presencia allí obedecía a que fue invitada a exponer ciertos novedosos trabajos de su especialidad. Actúa amparada por una serie de títulos académicos obtenidos supuestamente en universidades europeas y norteamericanas.

Poco rato después, al retirarse, tuvo un último y extraño gesto:

Estiró su brazo y tocó el cabello de mi cabeza, ahora blanca, diciendo:

Mira.......que lástima........y no había necesidad........

Luego se marchó.

¿ Habrá querido decir lo que yo creo?