Chupacabras

Así me fui enterando de que a diferencia de los demás, ese era su verdadero nombre y que venía de Tel Aviv, donde había estudiado en la Universidad Hebrea. Parece que allí conoció a Nathanael y hacía menos de cinco años que se habían casado.

Posteriormente fui enterándome de otras facetas de su trabajo, el que realizaba secundada por dos latinoamericanos.

Supe que no solo se trabajaba con delfines sino que también se experimentaba con otros animales. Estos se guardaban en corrales que se encontraban en el exterior, pero en un lugar techado similar a un invernadero.

A mi personalmente, los que me cautivaron inmediatamente fueron los hermosos perros Doberman, ya que con anterioridad en Santiago, yo había tenido ese mismo tipo de perros, por lo que me sentía muy bien entre ellos.

Allá no le cortaban la cola ni las orejas, por lo que su aspecto era bastante diferente del que nosotros estamos acostumbrados. También me enteré que los Doberman son los únicos perros que no se marean.

Según supe, también estaban “acondicionados” y portaban en su collar pequeñas cámaras de vigilancia, las que se usaban en el exterior, especialmente en lugares donde el hombre difícilmente podía alcanzar, dada la difícil topografía de la isla.

También desde su collar salían delgadísimos cables hacia el interior de las orejas y desde una consola central se podía seleccionar diferentes pantallas y a través de un micrófono, podía enviárseles ordenes tales como: “atrás”, “vuelve”, “alto”, “ataca”, etc.

Esto a mí me tenía fascinado y cada vez que podía iba a meterme a los dominios de Yael.

Una vez mientras jugaba con los perros, me permití decirle en broma:

- Con este Ejercito, es difícil que alguien se atreva a abordar la isla.

- Efectivamente dijo, Tenemos un buen Ejercito y una mejor Marina, solo nos está faltando una buena Fuerza Aérea

- ¿Cómo?

Los perros pueden hacer casi toda la labor de vigilancia en tierra, los delfines mejor aun en el mar, pero nos hace falta algo que nos permita tener una vista aérea del terreno

- ¿Y cual es el problema?

Que los animales que vuelan son aves y por lo tanto su cerebro es mucho más primitivo que el de los mamíferos

- ¿Y eso en que influye?

Los implantes que nos han entregado no funcionan, ya que las aves carecen de plasticidad neuronal, en otras palabras, necesitamos un mamífero que vuele

- ¿Y los murciélagos?

Son muy chicos y no pueden cargar con cámaras e implantes

- ¡Hablen con Drácula!- dije en broma.

¡Exactamente! rió Yael. Es eso lo que necesitamos, un mamífero de más de 30 kilos y que pueda volar

- ¿Un vampiro?

Posiblemente, pero de todas formas son muy chicos. Lo más

grande que hemos podido encontrar son esos - dijo señalando una jaula.

Miré hacia adentro del oscuro calabozo y me di cuenta que allí colgaban cabeza abajo varios ejemplares de murciélagos casi del tamaño de una gaviota.

- ¿De donde salieron?

Son los vampiros más grandes que hemos podido conseguir y los trajimos de un lugar cercano a la ciudad de Montería, en Colombia.

- ¿No hay más grandes?

Si, el “Pteropus Vampyrus” que tiene una envergadura de más de un metro y medio, pero aun no nos llega ninguno.

- ¡Ese si que es avión!

No creas, hay un problema

- ¿Cuál?

Entre los quirópteros, los murciélagos grandes casi carecen de ecolocación, mientras que los micromurcielagos prácticamente “ven” con los oídos, y para nosotros eso es muy importante .

- ¿Qué es eso?

La ecolocación es lo que la gente llama “radar” de los murciélagos. Son sonidos de ultrafrecuencia emitidos por la laringe, que chocan contra los objetos y al rebotar son captados por las grandes orejas del animal. Así pueden volar en completa oscuridad y ubicar a su presa sin que esta se de cuenta. El hombre hace tiempo que copió esa tecnología.

- ¿Qué se puede hacer entonces?

Recurrir a la Ingeniería Genética

- ¿Cómo?

Tratar de combinar el tamaño de un “Pteropus” con las características de ecolocación de un “Diphylla”, que no pesa más de 8 gramos. Aunque también así subsistirían los problemas.

- ¿Cuáles?

¡El tamaño!. Necesitamos que pese por lo menos unos 35 kilos.

- O sea, un vampiro de 35 kilos......

Ojalá más

- ¿Por qué más?

Por que así sería más fácil trabajar con él. Nos interesan

además otras de sus características.

- ¿Cuáles?

« Todos los vampiros poseen en su saliva un componente que es el mejor anticoagulante conocido, que incluso en broma se le llama “Draculina”. Tenemos gran demanda de ese producto para solucionar problemas cardíacos, ya que disuelve los trombocitos. ¿Te imaginas lo que nos demoramos en obtener un miligramo de draculina sacándola de la saliva de un animal que pesa entre 6 y 30 gramos?

- ¿O sea que si fuera del tamaño de un ternero todo sería más fácil?

« ¡Por supuesto »

- ¿Y si se arranca......?.

Imposible. Lo controlaríamos con la alimentación. ¿Dónde podría conseguir aquí en el exterior suficiente sangre como para alimentarse? Recuerda que pesaría arriba de 40 kilos. Tendría que regresar diariamente a los laboratorios a pedir su almuerzo.

- ¿Y si volara fuera de la isla?

También es imposible, ya que con ese peso no podría volar muy lejos y si lo hiciera no duraría mucho.

- ¿Por qué?

Este no es clima apropiado para él. Lo mantendríamos en el interior y lo soltaríamos solo cuando necesitáramos de sus servicios.

- ¿Qué pasa con el clima de aquí?

Llueve y hace mucho frió, eso le causaría una bronconeumonía a corto plazo. Las tres especies de vampiros que existen son de climas calientes y ojalá secos.

- ¿Cómo en el norte de Chile?

Si, pero allá no nos sería de mucha utilidad.....

- ¿Crees que se podrá “fabricar”?

Así como vamos lo veo difícil, pero si Gabriel accede a nuestra solicitud, creo que sería posible.

- ¿Que solicitud?

Bueno.....eh....necesitaría componentes genéticos externos.

- ¿Cómo es eso?

Gabriel podría conseguir que le entregaran material genético ajeno al nuestro......Eso es lo que le he pedido.

- ¿Y?

« Dijo que lo iba a solicitar........?.

ESTO OCURRIÓ EN 1989.

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