Zona Caliente

Lo sé, por que a pesar de no considerarme un investigador serio del tema, mucha gente se me acerca para contarme "cosas que le han sucedido".

Generalmente temen ser calificados de locos o mentirosos por la gente "normal", y al saber de la experiencia de este señor "semi normal", se sueltan, y dejan escapar eso que hace tanto tiempo tenían atravesado. Existen casos antiguos que se han convertido en clásicos, como el OVNI de Pelluco en la X Región, el del cabo Valdés en la I, y otro, ocurrido en la IV región allá por 1966. Este último ha sido prácticamente olvidado, y yo nunca me habría enterado de él, si no fuera porque al venirme a vivir al norte, me lo he topado con demasiada frecuencia.

Comienza con un relato entregado a Carabineros de La Serena a principios de Junio de 1966, y algunos de sus protagonistas fueron:

Lutgardo Leiva Barrios, Inspector de Zona del Servicio Nacional de Salud.
Manuel Muñoz Carvajal, nacido el 2 de Febrero de 1942, casado, chofer del SNS (Servicio Nacional de Salud), perteneciente a la Sección de Saneamiento Ambiental del Hospital Regional de La Serena, con educación básica completa y considerado en Lista de Merito dentro del Servicio.
Luis H. Astudillo M, nacido el 13 de Marzo de 1933, soltero, empleado del SNS, perteneciente a la Sección de Saneamiento Ambiental del Hospital Regional de La Serena, del Departamento de Higiene Ambiental del SNS.
Mariano Mondaca, funcionario del mismo establecimiento.

Estos trabajadores se dirigían el 31 de Mayo de 1966, en una camioneta Chevrolet a instalar una bomba de agua a la escuela de Los Morros (1, ver mapa), en la parte noreste de lo que hoy es la IV Región de Chile.

Partieron de La Serena a comienzos de su jornada laboral, y en mas o menos tres horas llegaban a su destino, a 1.500 m de altura.

Trabajaron todo el día, sin embargo no alcanzaron a terminar su trabajo, por lo que decidieron pernoctar en el lugar.

Muñoz tuvo problemas para dormir, y a medida que pasaba el tiempo se fue sintiendo cada vez peor. Luego apareció una rara intranquilidad acompañada de vómitos, por lo que su jefe, Lutgardo Leiva, lo autorizó para que acompañado de Astudillo, bajaran en la camioneta a Incahuasi (2, ver mapa), distante como 100 Km en busca de atención médica.

En la posta de Incahuasi, Muñoz fue atendido, y aunque no se le encontró nada, le dieron un sedante ya que se supuso que su problema era "mal de altura". Luego emprendieron el regreso hacia el sur por la panamericana, hasta enfrentar la entrada al camino a la Cordillera de los Andes, que los conduciría de vuelta a Los Morros (1, ver mapa).

Comenzaron a subir, y serían como las tres de la mañana, de una noche de luna llena, cuando de repente pasó por el cielo frente a ellos, lejos pero a baja altura, un objeto volador luminoso.

Ambos comentaron que debía de tratarse de un satélite, que en esos años eran novedad y se hablaba mucho de ellos.

Continuaron su camino, y como 20 minutos después a la salida de una curva, se encontraron con un OVNI inmóvil frente a ellos.

Calculan que estaba a una distancia inferior a un kilómetro, su diámetro era gigantesco, por lo menos de unos 75 metros, y no emitía ruido alguno.

La parte superior era cóncava y sobresalían dos varillas como antenas que despedían un fulgor violeta muy fuerte, por abajo era plano y con una torrecilla al centro.

Decidieron parar la camioneta y observar el fenómeno. Cuando miraban hacia abajo, a la quebrada de Los Choros, es decir hacia el oeste, se dieron cuenta que como a unos dos mil metros de distancia y hacia el fondo de la quebrada, había otro objeto que despedía una fuerte luz roja, pero que tenía la forma de un trompo.

Posteriormente Luis Astudillo narró que ese objeto, lanzó por su parte inferior un chorro de luz el que llegó hasta el suelo. La luz era de tal intensidad que Astudillo pudo observar arbustos, rocas y demás detalles del fondo de la quebrada.

Ambos trabajadores estaban consternados, pero la sorpresa no terminó allí.

Al poco rato pudieron observar como por el centro del haz de luz bajaba un cilindro, el que pronto comenzó a subir y bajar acompasadamente, tal como lo hace el embolo de una bomba.

Pronto también se dieron cuenta de que el subir y bajar del embolo, coincidía con oscilaciones en el otro objeto, el que tenían al frente.

Además pronto notaron que ambos cuerpos no estaban solos. Cerca del OVNI con forma de trompo, apareció otro igual, el que comenzó a repetir las maniobras del primero.

La función siguió, hasta que con sorpresa llegaron a contar hasta seis objetos voladores no identificados, los que se situaban en parejas: dos al norte, dos al sur y dos hacia la cordillera.

Siguieron observando, pero el efecto del sedante hizo que Muñoz se quedara dormido.

Astudillo continuó atento hasta el amanecer, cuando notó que por efectos de la luz del alba los objetos comenzaban a perder luminosidad y a adquirir el color del aluminio.

Allí despertó a Muñoz y ambos decidieron continuar el interrumpido viaje hacia Los Morros.

Durante la subida notaron que uno de los objetos los seguía. Frenaban y el objeto se detenía, aceleraban y el objeto continuaba.

Así fue como llegaron al pueblo y corrieron a avisar a Lutgardo Leiva y a Mariano Mondaca, quienes al levantarse alcanzaron a ver como el aparato desaparecía a gran velocidad hacia la Cordillera de los Andes.

Todos decidieron no contar nada, sin embargo, poco después, la noticia salió publicada en el diario El Día de La Serena.

Esto podría de haber quedado hasta allí, sin embargo ese mismo día ingenieros y técnicos de la planta hidroeléctrica Los Molles (3, ver mapa), situada poco más al sur, vieron con estupor como tres artefactos luminosos aterrizaban en la falda de un cerro vecino.

En ese tiempo no existía la telefonía celular, así es que la planta contaba solo con un equipo de radio HF a cargo de un radio operador profesional. Esta persona intentó comunicarse con Carabineros, sin embargo esto fue imposible debido a "una fuerte interferencia".

Posteriormente el ingeniero de la planta, señor Enrique Castro consiguió comunicarse, y alrededor de las 21.30 hs. llegaron al lugar el Gobernador de Ovalle, don Waldo García, junto al Comisario de Carabineros de la Zona, elMayor Carlos Galleguillos.

Allí todos, incluido el personal de turno, pudieron ver como los objetos volvían a elevarse, al mismo tiempo que cambiaban de color, y finalmente desaparecían hacia el este a increíble velocidad.

Al día siguiente, en Tongoy (4, ver mapa), a 60 Km. al sur de La Serena, los estudiantes de Ingeniería de la Universidad de Chile: Fernando Escobar, Mario Gadásegui, Marcelo Rodríguez y Rafael Saipua, avistaban similares objetos.

Todo esto hizo reaccionar al Dr. Darwin Arriagada Loyola, en ese entonces Director Zonal y posteriormente, (en 1974) Director Nacional del SNS, quien alertado por lo que había leído en el diario El Día, citó a su despacho a los protagonistas del incidente de Los Morros.

Allí todos los participantes, sin excepción, aunque algo asustados, ratificaron e incluso ampliaron la versión periodística.

El Dr. Arriagada no podía creer lo que escuchaba, y para constatar la veracidad de lo que decían sus subordinados, les propuso someterse a una sesión de regresión hipnótica.

Manuel Muñoz y Luis Astudillo aceptaron voluntariamente.

La dramática sesión se llevó a cabo el 30 de Enero de 1967 a las 16 horas para Manuel Muñoz Carvajal. Fueron testigos: Srta. Lina Ambler Meyer, secretaria de la Dirección Zonal; Srta. Ángela Santander, sub-jefe oficina del personal; Sr. Manuel Enrique Alamos, operador del aparato grabador de cinta magnetofonica. Actuó como hipnotizador el mismo Dr. Darwin Arriagada.

La sesión fue grabada en cinta magnetofónica y actualmente existe una trascripción de la misma, al igual que la realizada al día siguiente a la misma hora, a Luis Astudillo M. En esa ocasión actuaron como testigos: Lina Ambler, Lutgardo Leiva y Manuel Enrique Alamos.

Ambas transcripciones son sumamente extensas, y coincidentemente dejan en claro, que lo que habían narrado originalmente no era todo.

Probablemente ocurrió un encuentro del tercer o cuarto tipo y se constató fehacientemente que Muñoz y Astudillo no mentían.

Posteriormente, el 19 de Octubre de 1968, a las 20.10 horas, el chofer de la ambulancia numero 239 del consultorio de salud de Freirina, don José Domingo Cuevas Yenquis se dirigía al puerto de Huasco acompañado de los funcionarios Edmundo Vargas y Neftalí Guerra.

Al enfrentar una curva del camino, como a 12 Km. antes de llegar a destino, vieron como a menos de 300 metros de ellos, una luz de color violeta subía desde el lecho del río Huasco, hasta situarse encima de ellos, a no más de 40 metros de altura.

A la ambulancia, que era una Ford F-100 de 1960, primero se le apagaron las luces y luego se le paró el motor. Sus ocupantes entraron en pánico y huyeron en diferentes direcciones incluso algunos se refugiaron debajo del vehículo.

El aparato volador permaneció allí en el más absoluto silencio, por algunos minutos y luego aceleró bruscamente, perdiéndose hacia el sur.

También fueron testigos de este incidente la campesina Elsa Campillay y su hermano menor, los que estaban esperando locomoción en ese mismo lugar.

Todos estos antecedentes fueron relatados por el diario La Prensa, de Vallenar, el día 21 de Octubre de 1968.

Actualmente don Chumingo Cuevas está jubilado, tiene 72 años y sigue viviendo en Freirina. Al preguntarle que es lo que más le había impresionado del incidente dice: "era inmenso y emitía hacia abajo, una luz blanca tan potente, que iluminaba ambas riberas del río Huasco". Eso es más o menos 2 Kilómetros cuadrados.

No hace mucho tiempo, en el año 2000, al sur de la comuna de Freirina, en la III Región de Chile, el buzo mariscador Carlos Trullen, al que todos llaman El Cachorro, viajaba en su camioneta Ford 1979, desde su casa en Freirina a la Caleta Los Bronces, donde desempeña sus labores de extracción de mariscos. Lo acompañaban su esposa doña Maria Seura, el hijo de ambos Eduardo y la esposa de este doña Rosa Astudillo.

Además viajaban dos niños, hijos de esta ultima pareja. Era una noche de Junio y transitaban como a las 11 PM por las intrincadas huellas del desierto de la III Región.

Como a las 0 horas la camioneta empezó a fallar y poco después se detuvo al medio de un arenal.

El Cachorro y su hijo se bajaron para tratar de arreglar la panne.

Como media hora después, por el cielo desde el oeste, comenzó a acercarse una luz de color violeta.

Finalmente el artefacto luminoso terminó estacionándose justo arriba de ellos.

Lo que sigue del relato, es absolutamente increíble e ilógico, que es exactamente lo que lo hace más creíble.

Según lo que cuentan, el artefacto permaneció allí por lo menos una hora, mientras ellos trataban de reparar el desperfecto del vehículo.

Estaba a baja altura, no emitía ruido y constantemente sus colores iban cambiando del violeta al rojo y al anaranjado. Incluso lograron ver algunos detalles de su estructura.

Cuando les pregunté como era, lo primero que dijeron fue también: inmenso. Todos coinciden en que era "hermoso" y que emitía una potente luz que cambiaba constantemente de colores. Finalmente, cuando el objeto se fue, ellos decidieron que la panne de la camioneta era inarreglable, ya que tanto la bobina de ignición y otros componentes eléctricos se encontraban quemados, por lo que resolvieron continuar a pie.

Así fue como llegaron a Los Bronces como a las 6 de la mañana. Les pregunté si se habían asustado. Todos, curiosamente, respondieron que no.

A los niños tuvieron que cargarlos al hombro, ya que en ningún momento despertaron. A la esposa del Cachorro le pregunté si había notado algo extraño en su marido después del incidente. Lo único que dice, es que a la vuelta lo veía caminando delante de ella haciendo eses, como si estuviera borracho.

El no recuerda eso, pero si recuerda que desde donde trataban de arreglar la camioneta, él podía ver, a la luz de la luna, el mar en absoluta calma. Eso lo hizo reflexionar que al día siguiente tendría una buena faena, pues la mar se veía muy buena como para bucear.

Apenas llegaron a Caleta Los Bronces, como a eso de la s 6 de la mañana, consiguieron otra bobina y volvieron al lugar donde habían dejado la Ford.

Lo primero que los sorprendió, fue que alrededor del vehículo, la arena estaba absolutamente aplanada, notándose solamente unas pequeñas pisadas que se alejaban de ella.

Eso era incongruente, ya que la noche anterior, mientras trataban de arreglar el vehículo, pisotearon toda el área alrededor, e incluso hicieron un hoyo en la arena, para acceder al motor por debajo.

Pero lo más extraño era que desde allí, donde se encontraban, no se alcanzaba a ver el mar, por lo que mal podrían haber visto la calma de la noche anterior.

El Cachorro actualmente es presidente del sindicato de pescadores de la Caleta Los Bronces. Posteriormente al encuentro sufrió durante algún tiempo de dolores de cabeza, y aun hoy día repite a quien quiera escucharlo: "Estoy seguro de que tengo algo metido aquí adentro", mientras indica hacia su cráneo.

Ha concurrido varias veces al Consultorio de salud de Freirina, pero nadie lo ha tomado en cuenta. Dice sentir algo extraño dentro de la cabeza y desearía que lo viera un médico.

Entusiasmado con estos relatos, más varios otros ocurridos en la misma zona, ahora fui yo el que comenzó a preguntar.

Debido a unos cateos mineros, me tocó conocer a don Ramón Cortés quien vive en un lugar increíble de la III Región, llamado Agua Colgada. Este lugar, al igual que la caleta Los Bronces, se encuentran en la provincia de Freirina.

Agua Colgada de por sí, ya es un extraño capricho de la naturaleza. Se trata de un pequeño hilillo de agua que brota en la ladera de un cerro.

Don Ramón vive allí absolutamente solo desde hace más de veinte años, y asegura haber visto ese mismo fenómeno varias veces. Incluso, relata que hace treinta años, cuando él trabajaba en la mina Quebradita, apareció el mismo artefacto.

Quebradita fue una mina de cobre, que dejó de funcionar allá por 1960 y que hoy día se encuentra abandonada. Era lo suficientemente grande como para que se formara un pequeño pueblo alrededor de ella.

Una noche apareció el objeto de marras, el que parece que ya era conocido, pues el administrador de la mina, el señor Callejas, mandó a apagar los generadores eléctricos que daban energía al pueblo, ya que según dijo, en una visita anterior del aparato, estos se habían quemado.

Curiosamente esos generadores aun se encuentran en el mismo lugar, ya que son tan grandes y pesados, que nadie se los ha podido robar.

El objeto volador no identificado permaneció sobre el caserío durante 40 minutos, hizo evoluciones y alardes luminosos ante los atónitos habitantes del poblado, que permanecía oscuro por la detención de los generadores eléctricos.

En estos años posteriores al 2000, mucha otra gente de la zona, se ha acercado a mí para relatar hechos semejantes. Incluso un señor que según él, estaba "obrando" de noche en el lecho del río Huasco, cuando una potente, e imprudente luz celestial, iluminó su intimidad.

Un ex alcalde vio espantado como un inmenso objeto emergía del mar y luego volaba hacia el continente, el propietario de un pequeño comercio de Freirina, vio un inmenso objeto negro que tapaba las estrellas y luego desaparecía, etc, etc, etc.

Todo esto nos hace darnos cuenta que las mentadas zonas calientes tienen mucho que ver con la cantidad de habitantes que poseen.

La zona a la cual nos referimos podemos situarla entre los 28º y los 31º de latitud sur, y entre los 71º 45' y los 70º 35' de longitud Oeste, y no debe de tener más de 0,3 habitantes por kilómetro cuadrado.

Cualquier fenómeno celeste anómalo que allí ocurra, es muy difícil que alguien lo note, y si son varios los que han notado anomalías, quiere decir que estas no son tan poco frecuentes.

Otra de las características especiales de esta zona es que


Según la legislación chilena, solo el estado es dueño de yacimientos petrolíferos o radioactivos, por lo que jamás veremos a particulares interesados en estos depósitos. No hay interés por explorar.

Aquí además, se encuentra un gran yacimiento de rutilio, el que ha sido solicitado por una empresa australiana hace ya más de dos años.

Evidentemente, desde hace bastante tiempo, tenemos objetos voladores no identificados que buscan o extraen algo en esa zona. No sabemos a ciencia cierta de que se trataría, pero por lo visto, la actividad es constante por lo menos desde 1966.

En este último mapa puede verse una representación de los lugares donde sus habitantes aseguran haber visto el mismo objeto.

Ernesto de la Fuente Gandarillas.
Septiembre de 2002.

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