Vienen

Desde hace poco, y guiado por algunos links que gentilmente han ido enviando a mi casilla, he estado leyendo otras opiniones nacionales de “especialistas” sobre este tema, o sobre “ufología” en general.

Hay de todo y para todos, especialmente peleas y descalificaciones personales, pero nunca he visto algo que realmente explique que se hace cuando uno efectivamente “ve algo”. Me refiero a algo real e insólito.

Estoy seguro que a más de alguno de ustedes, de los que nunca han visto nada y poco creen, de repente, se van a encontrar con la sorpresa de sus vidas.....

¿Qué se hace en esos casos?

Hace 15 años eso me pasó a mi......junto a un grupo de desconocidos.

La mayoría éramos prácticamente escépticos, y no existía algo similar al actual Comité de Estudio de Fenómenos Aéreos Anómalos (CEFAA) dependiente de la Dirección de Aeronautica Nacional, organismo que mal que mal se ha constituido en arbitro valido entre investigadores, timadores, escepticos y fanáticos delirantes

En esos tiempos, esto de los OVNIS era administrado por agrupaciones con nombres rimbombantes que las hacía aparecer oficiales y científicas. Ninguno de nosotros tenía la más mínima experiencia en esas cosas, así es que caímos en casi todas.

Éramos como 12 así es que cada vez que visitábamos a algún ufólogo llenábamos oficinas, casas o departamentos.

Esto era muy bien mirado por los consultados y por los periodistas especializados, ya que hacía aumentar el número de sus adeptos.

Visitamos un departamento en el centro de Santiago donde nos recibió un grupo de personas enfundadas en buzos blancos, los que los hacían parecer como astronautas araucanos.

También una casa en La Florida donde personas con túnicas nos obligaron a usar incómodos gorros de cobre con antenas de alambre galvanizado, a tomarnos de las manos y recitar mantras. Aun hoy día, no puedo dejar de reírme cuando recuerdo al actual Contralor de una de las empresas más grandes de Chile, mi amigo Oscar C. y a su buena moza esposa Cristina metidos dentro de los cascos de cobre, mirándose avergonzados y con las antenas enredadas.

Muchas veces salíamos furiosos y prontamente nos dimos cuenta que a estas personas tenían más interés en sumarnos a sus grupos, que en averiguar que es lo que efectivamente pasaba.

Además no tenían idea de lo que nosotros queríamos saber y probablemente muchos de ellos ni siquiera nos creían, pero aparentaban hacerlo porque veían una posibilidad publicitaria.

Nos enteramos como funcionaban estas cofradías.

Si aparecía un OVNI en el Cajón del Maipo, se formaba un grupo alrededor de esa experiencia.

Entre los interesados se elegía Presidente, Secretario y Tesorero y se fijaban los días de reunión para discutir el tema, además de mandar a hacer un timbre de goma.

El problema era que en dos o tres meses de reuniones, los miércoles en la tarde, el tema se agotaba.

Además seguramente ya, en otro lugar, se había visto otro OVNI, lo que había generado otro grupo, el que también había elegido su directiva.

Como el segundo fenómeno era más reciente, los miembros del primer grupo, comenzaban a cambiarse de club.

Todo esto generaba una tremenda competencia entre grupos, los que se peleaban a muerte por mantener sus adeptos.

También los Presidentes de cada club tenían que tener constantemente novedades interesantes, si no, corrían el riesgo de quedar solos, con el timbre de goma y los papeles con membrete recién hechos.

Eran muchos los que aseguraban estar en contacto directo con entidades extraterrestres, las que constantemente enviaban recados para que no cortáramos los bosques, cuidáramos la capa de ozono y pagáramos las cuotas del club.

A tal punto llegaba esto, que un cierto Presidente de un Centro Científico de Investigación Académica de Ovnis y Entidades Extraterrenas, que estaba quedando solo, confesó confidencialmente en una reunión de su grupo, que Carrilianish, comandante de una nave de la III Flota, de la IV Galaxia, en su comunicación habitual con él, había anunciado que en señal de amistad hacia los terrestres, se dejaría ver (con su nave por supuesto), el sábado X, por la noche.

Ese grupo de “investigadores” había sido grande y poderoso, pero ahora, no tenía más de siete miembros, a los que se les recomendó absoluta reserva al respecto.

La impaciencia era considerable y, como es lógico a más de alguno, con el nerviosismo, se le escapó el secreto. Ahora, el nuevo poseedor de la revelación, tampoco pudo aguantar mucho y se lo confidenció a sus más íntimos, y así sucesivamente.

El cierto caso es, que el día del encuentro, en un camino de tierra, donde se inicia la subida a la cuesta de Pelvín, había por lo menos, unos cincuenta automóviles.

Cuando llegó el Presidente, no lo podía creer y no hallaba como deshacerse de los intrusos, lo que finalmente fue imposible.

Así fue como la caravana de vehículos comenzó a subir la serpenteante cuesta hasta llegar a su cima. Allí se pusieron a esperar.

Eran las 11 y media de una fría noche de invierno y el cielo estaba nublado, ya llevaban casi dos horas de espera y muchos, especialmente los no contactados, comenzaron a impacientarse.

La mayoría, eran personas comunes y corrientes que habían escuchado el cuento incompleto o distorsionado, de parte del amigo de un amigo. Algunos, previsores, habían llevado frazadas y botellas de pisco, otros, yerba y guitarras.

A las 12 y media el frío arreciaba y algunos envalentonados por las botellas de pisco comenzaron a cantar y pronto pasaron a conocidas canciones obscenas.

Esto desagradó a otros que iban con niños, y comenzaron a reclamar.

El Presidente se vio obligado a tomar cartas en el asunto, dirigiéndose a los transgresores y explicándoles que el Comando de Carrilianish prohibía el consumo de alcohol.

Los bebedores, no tenían idea de quien podría ser ese señor bajito de bigote y terno oscuro, que les pedía que botaran el pisco, así es que lo mandaron a buena parte con recomendaciones a su genealogía materna.

El Presidente, hombre precavido, volvió al amparo del vehículo de sus adeptos.

Es lógico que a las 2 AM. , después de comer y beber, comenzaran las necesidades fisiológicas, las que cada uno trató de satisfacer a su manera y lo más escondido posible.

Muchos habían llevado linternas y potentes focos para hacer señas a los alienígenas, pero algunos bellacos no trepidaron en usar los faroles para iluminar a más de alguna dama estreñida que no se escondió lo suficiente.

Esto ofendió a algún pariente, que las emprendió a peñascazos en contra del vehículo iluminador. Así, poco a poco y a causa de la espera, el frío y el alcohol, empezó una batahola.

Al medio de todo esto estaba el pobre Presidente con su directiva tratando de imponer la paz.

¡¡Caaalma hermanos!!!
¡Zas! – pasaba una piedra a pocos centímetros de su cabeza.
¡¡Caalma!!
¡Plum! – ahora dio contra el techo del automóvil.
¡Espeeeren!

El Secretario, que era el dueño del vehículo, prudentemente optó por la retirada.

Ahora comenzaron a bajar la cuesta, hacia el lado de Mallarauco, para alejarse de la contienda, y no volvieron hasta una hora después.

Ya a las 4 y media de la mañana y entremedio de los trozos de vidrios quebrados en la trifulca, eran pocos los espectadores que quedaban, algunos enojados, otros dormidos y otros ebrios. Uno de estos últimos y dueño de un taxi Lada, al ver que el Presidente había regresado, corrió a su encuentro gritando:


- Y...don Hugo. ¿Cuándo aterrizan las naves?
-Yo nunca he dicho que vayan a aterrizar.
- ¿Y pá qué nos hiciste venir entonces?
- Yo a usted nunca le he dicho nada.
- ¡Pero a mi compadre Cristian si!
- ¿Quién es su compadre Cristian?

El taxista se encontró sin argumentos, así es que optó por dar media vuelta, subir a su coche y salir haciendo resbalar los neumáticos, no sin antes detenerse al lado del Presidente y decirle:

¿Sabís que más, viejo huevón.....? ¡¡Métete tus marcianos en el culo!!

En ese momento no quedaban más de 12 personas en el cerro, todos trasnochados, cansados, aburridos y desilusionados. Pronto amanecería.

Media hora más tarde alguien gritó señalando al sudeste.

Desde muy lejos una luz blanca se acercaba, ¡Eran ellos!.

Luego se vio claramente una luz roja que acompañaba a la principal. Luego una verde.

Estaban más cerca, ¡Ahora se veía como la luz blanca parpadeaba!

Enseguida comenzó a escucharse un zumbido similar al del motor de una avioneta, la que al sobrepasar la cima de la cuesta, se vio con más detalle.

Días después, en la bitácora del Centro Científico de Investigación Académica de Ovnis y Entidades Extraterrenas, quedó estampado clara y fehacientemente por su directiva en pleno, tal como se le hizo saber a la prensa especializada, que el Domingo X , del año 1986, a las 05,37 AM, tal como había sido anunciado, se realizó el encuentro programado con los representantes de la III Flota de la VI Galaxia y que debido al escepticismo y mal comportamiento de algunos terrícolas presentes, el comandante Carrilianish, en una medida muy sabia (como solo Ellos saben tomar), decidió presentarse con su nave disfrazada de avión.

Muchos de ustedes se reirán, pero ¿No se parece a lo que está ocurriendo ahora con la “ufología” chilena?

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